La ley de Contacto

La magia natural esta regida por tres principios básicos: la Ley de Correspondencia, la Ley de Semejanza y la Ley de Contacto. Esta ultima fue enunciada por quien fuera maestro de Tomás de Aquino, el teólogo y filosofo Alberto Magno (Alemania, 1193-1280), con las siguientes palabras:

"Cuando algo permanece mucho tiempo en sal, se convierte en sal; si algo esta situado en un lugar fétido, se convierte en fétido; así, si alguien permanece junto a un hombre valeroso, se vuelve valeroso, si permanece con un cobarde, se volverá un cobarde".

La reformulación que hace Sir James Frazer de esta ley la podemos leer en su libro Magia y Religión:

"Las cosas que alguna vez estuvieron en contacto habrán de mantenerlo para siempre".


Otro ejemplo de esta extraordinaria ley lo encontramos en una recopilación medica escrita por Marcelo de Burdeos (siglo IV), medico de la corte de Teodosio I. En ella podemos leer la curiosa propuesta para curar un tumor.

"Tómese una raíz de verbena y colóquese un trozo atado al cuello del paciente y otro sobre el humo de la chimenea. A medida que este ultimo se seca en el hogar, el tumor va secándose también hasta desaparecer. Si posteriormente, el paciente no muestra sus reconocimientos para con el buen medico, este puede vengarse fácilmente arrojando la verbena al agua y, a medida que la absorbe, vuelve a producirse el tumor".

En esta cura propuesta por Marcelo de Burdeos hallamos la Ley de contacto, que nos dice que lo que una vez estuvo en contacto se mantiene en contacto a pesar de la distancia. El principio de la ley no solo nos dice que existe un hilo que los une, sino que, además, los dos elementos se mantienen comunicados entre ellos a través de vibraciones. En la cura propuesta se entiende que la verbena de la chimenea transpira a su mitad separada la cualidad de sequedad, lo que repercutirá en el tumor del cuello.

Otra interesante aplicación de esta ley la encontramos en la relación que se establece entre un herido y el arma que causo la lesión. En este caso, se espera que la herida y la flecha sean curadas y limpiadas ambas, ya que si solo se extrae la flecha, pero no se limpia, la herida se puede infectar. El insigne filosofo y escritor Francis Bacon (Inglaterra, 1561-1626)m nos explica.

"Siempre he admitido y afirmado que si se unta con un bálsamo el arma que produjo la herida, ello curara la herida misma".


Este pensamiento se mantuvo durante muchos años en Inglaterra, donde creían que cuando un caballo se hería con un clavo había que curar al caballo pero también al clavo para que el animal sanase del todo. También se creía que si una persona era acuchillada era imprescindible recuperar el arma, limpiarla y ponerla al lado de la cama del herido. Todas estas creencias se basan en la Ley de Contacto, ya que en algún momento el arma tuvo contacto con la sangre del herido, así que entre ambos se ha establecido una unión indisoluble.

La magia natural da por sentado que las piedras poseen un poder natural que le confieren sus características ocultas. Los egipcios, por ejemplo, tenían la costumbre de poner una Esmeralda en la boca de sus difuntos para que les ayudase a despertar en la otra vida. No hay duda de que este rito lo podemos interpretar como un acto de magia natural en virtud del poder que confiere la piedra. Sin embargo, ¿Como consiguieron los Egipcios el conocimiento de estas características ocultas?

La respuesta la hallamos en la Ley de la Semejanza. Los Egipcios asociaban los tonos verdes de la piedra preciosa al color del Nilo y, como el río es dador de vida, la piedra también poseía esa conexión. Por ello, la Esmeralda albergaba en su interior las fuerzas reproductoras y la abundancia, y otorgaba este poder a su portador. Para confirmar esta interpretación solo hay que constatar que Osiris había sido en un principio el Dios de la agricultura y aun lo podemos observar en pinturas y papiros con la piel de color verde Esmeralda.

Nuestra cultura clásica esta plagada de creencias sobre el poder de las piedras. En la antigua Grecia, las madres llevaban piedras de color lechoso para asegurarse una abundante leche para sus hijos. Por otra parte, también era común en aquella época llevar una amatista del color del vino que se suponían que mantendría sobrio a quien la portase.

El estudio de las piedras preciosas y de sus características ocultas ya se realizaba en la época asiria y Babilonia, tratándose de un saber que quedo recogido por los griegos a través de la tradición hebrea. El uso de las gemas en la Grecia y en Roma clásicas esta ampliamente reflejado en un poemario llamado Lithica, que pertenece al genero de los llamados himnos órficos y que probablemente fue escrito en torno al siglo III. En este recetario se explican con detalle ciertas reglas, el nombre del interesado o formulas especificas.

En un principio, el hecho de llevar una piedra para gozar de sus beneficios lo podríamos encuadrar dentro de la llamada magia natural, la cual se aprovecha de los poderes ocultos e intrínsecos del elemento para beneficiarse a través del contacto con el. Pero si además se añaden oraciones o plegarias, nos acercamos a la magia evocativa o sobrenatural, ya que se espera un refuerzo añadido a sus facultades por medio de las energías divinas. En Occidente, este tipo de magia ha llegado hasta nuestros días con el nombre de amuletos y talismanes. Este tipo de magia ha sobrevivido a las censuras e incluso llego a ser un medio de comunicación entre los primeros cristianos.

Según se cuenta, la cornalina, piedra fuerte color rojo, quedo relacionada con la sangre. De hecho, en el famoso Lapidario de Alfonso X se dice que es buena para estancar la sangre. Los cristianos primitivos vieron en esta piedra la sangre de sus hermanos ejecutados por su fe, la adoptaron como símbolo y grabaron en ellas ciertos signos para identificarse entre ellos. Barcas, peces y hombres, que no se extinguieron una vez que alcanzaron la libertad de culto.

No es extraño que sea de la gemologia de donde nace el símbolo de la piedra filosofal, codiciado objeto de deseo de alquimistas que buscaban en la transmutación la consecución de sus anhelos. Desde la época neolítica el hombre ha visto en la piedra el don de la inmortalidad. Los dioses eran considerados moradores de monumentos y las piedras, huesos de la madre tierra.

Las piedras preciosas han ocupado un lugar privilegiado dentro de las esferas de poder y han sido codiciadas por reyes para sus cetros y coronas con el fin de hacerse poseedores de sus virtudes. Los magos no han escapado a su influjo y la piedra es parte habitual de sus herramientas, ya sea como colgante o puesta en los báculos mágicos.

Las piedras preciosas son símbolo de una transmutación de lo opaco en translucido y, en un sentido espiritual, de las tinieblas en luz, de la imperfección en perfección. Es así como el vidente de Patmos ve a la nueva Jesusalen completamente revestida de pedrería.

En el Islam, las piedras preciosas se utilizan para innumerables practicas mágicas, actúan como encaramientos o como remedios, para asegurar una posesión o para liberarse de ella. Se considera que el coral, la cordalina, el nácar y el ámbar protegen del mal de ojo.

Según un importante tratado iraní, las piedras preciosas vistas en sueños revisten el siguiente significado: la cornalina y el rubí son signos de alegría y de prosperidad, del mismo modo que el coral; el ágata es signo de respecto y de fortuna; la turquesa, de victoria y de longevidad; mientras que la Esmeralda y el topacio designan a un hombre valiente, leal y piadoso, así como riquezas legitimas.


Extraido del libro: Estudios del mundo antiguo

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