Algunos tipos de fenomenos mentales

Sugestión

La sugestión es un estado en que el espíritu está de manera permanente experimentando las sensaciones o ideas que le son sugeridas, pero la sugestión que aquí trataremos es lo anormal de dicho estado.

Sugerir es inculcarle a otro la idea, sea del orden que sea, y sugestión es el estado en que se tiene por cierta la idea sugerida, preconizándosela como tal.

Nace un niño, y lo primero que hacen los padres es sugerirle la idea de su partenidad, después, de todo cuanto le rodea, y más tarde la de sus deberes infatiles.

El niño crece, va a la escula, y el maestro le sugiere la idea de las letras, los números, la escritura y otras disciplinas. Crece aún más, y sus amigos por su lado, y su amada por el otro, le sugieren constatemente nuevas ideas que prenderán o no prenderán en él; es decir, que las creerá o no, dependiendo de esto que quede o no sugestionado, o sugestionado en un mayor o menor grado. Este es el mecanismo de la sugestión y, en consecuencia, del espíritu.

Esta, no obstante, es la sugestión normal, la que puede calcarse en el criterio personal y en el raciocinio, la que basándose en las ideas sugeridas y admitidas como ciertas puede remontarse al ideal inductivamente y descender hasta lo mínimo deductivamente.

Sugestión Anormal

La sugestión anormal o paranormal es la que viola toda idea sugerida y admitida como buena y cierta, creando un medio ficticio y un estado extranormal en el sujeto sugestionable y sugestionado. El mecanismo de esta sugestión paranormal es exactamente igual al de la normal, pero los resultados son muy diferentes.

Para poder producir la sugestión mental en condiciones paranormales es preciso tener un ascendiente sobre el sujeto a sugestionar y, en cosecuencia, lograr que dicho sujeto renuncie a su libertad, voluntaria e impositivamente.

Entonces, se presenta en él lo que se conoce como estado de individualidad; o sea, la pasividad propia en el juicio, el raciocinio y la volición, y un asentamiento absoluto a las ideas que se le sugieran; tras este estado viene el de la sugestión total, que es la credulidad ciega y absoluta a cuanto le indica el sugestionador.

Para ello se empieza por decirle al sujeto, por ejemplo, que está haciendo mucho frío, un frío intensísimo; y el sujeto, si ha quedado bien sugestionado, empezará a temblar y a buscar algo con qué resguardarse del temblor que se apodera de su cuerpo.

Este estado ofrece una particularidad e importancia muy notables, y consiste en que todo lo que es estado de vigilia o sugestión normal, o prende con dificultad, o se adapta con extrema facilidad. Por ejemplo, a un borracho dificilmente se le hará aborrecer el vino con la sugestión normal, pero en la paranormal entenderá perfectamente los razonamientos en contra del vino y renunciará a él, lo que da idea del poder benefactor de la sugestión paranormal bien aplicada.

Tendremos una idea de la razón de ser del fenómeno que describimos si nos fijamos en lo que acontece con la sugestión normal. Los dos mecanismos son idénticos. Pues bien ¿qué motivos tiene un niño para creer que su padre es Ernesto y no Miguel? ¿Y qué motivos tiene para creer que la A no es la J y viceversa? ¿Qué motivos para saber que el verbo no es el nombre ni éste la preposición? Solamente, que se ha hecho germinar en su mente la semilla de la sugestión. Y una vez bien sugestionado, por más que se le diga que su padre es Miguel y no Ernesto, jamás lo creerá, ni tampoco que la J es la A; todo se estrellará ante la convicción que ha adquirido de la realidad de lo que se le niegue, y para sacarle de tal convicción será preciso que se le sugestione nuevamente, colocándolo previamante en un estado de credulidad que es el mismo en que se hallaba al principio de la sugestión normal.

Esto que acabamos de decir sobre el sugestionador y el sugestionado es aplicable solamente al sugestionado, o sea que uno puede sugestionarse a sí mismo, cosa que hacemos con mucha más frecuencia de lo que parece.

Por ejemplo, pensamos en la realización de un plan, lo damos por terminado, y adquiere todo ello tales caracteristicas de certeza que podemos decir que lo vamos siguiendo fase a fase, hasta llegar a su conclusión, viéndolo, palpáldolo...

Pues bien, éste es un fenómeno de sugestión propia, o sea de autogestión.

En otras ocasiones no es tan halagueña la autosugestión, pensando en la muerte de un ser querido, tal vez odiado, o bien en persecuciones de las que podemos ser víctimas... y estas autogestiones pueden ser tan funestas que conduzcan a una monomanía, e incluso a la esquizofrenia.

Por lo tanto, hay que precaverse contra las sugestiones y las autogestiones, tanto más cuanto que es harto difícil areciar dónde termina la sugestión normal y dónde empieza la paranormal.

Curanderismo

Pero en la sugestión paranormal, más que en la normal, es dónde entra en funciones el curanderismo. Se denomina "curanderos" a las personas que curan, o tratan de curar, a los enfermos, sin poseer título de medicina alguno, ni valiéndose de ninguna clase de medicina -aparte, en ocasiones, de brebajes a base de hierbas o algo similar-. Estas curaciones suelen tener lugar casi siempre por la simple imposición de manos.

Sin temor a caer en la exageración, y siempre dentro de la creencia de su existencia real, hace unos dos mil años, Jesucristo fue el mayor curandero que haya existido jamás,.

La ciencia mística afirma que se trata de milagros y, efectivamente, esto fue por tratarse de casos de curación por medios paranormales, o sea que escapan a la comprensión y a la realidad del materiialismo.

Curanderismo lo hay y lo ha habido en todos los tiempos. Incluso muchos médicos curan en ocasiones por medio de la hipnosis y la sugestión, particularmente cuando se trata de enfermedades de carácter nervioso, pues casi todas las personas altamente nerviosas son altamente sensibles y, por tanto, fácilmente sugestionables.

Fascinación

La fascinación es otro aspecto de la sugestión, y los resultados son los mismos.

Para sugestionar es indispensable utilizar el lenguaje oral o escrito, sobre todo el primero; en cambio, para fascinar es necesario impresionar con la mirada de una manera brusca, hechizante, centelleante, sostenida o fugaz, según los casos. Se dice, juiciosamente, que la mirada lo expresa todo, o sea que por la mirada es posible expresar las ideas en las que se funda la sugestión. Por tanto, por la mirada se puede sugestionar. Esta es una deducción lógica que no tiene réplica teniendo en cuenta la primera premisa.

Todo amante comprende lo que le dice la mirada de su amada, toda madre entiende lo que su hijito le expresa con la mirada. Y todos entendemos en la mirada del prójimo el amor, el odio, la incomprensión, el interés...

Mas aquí existe un dilema: se comprende que la sugestión repetida inculque una idea que acabe por formar estado, pero no se comprende tanto de primera intención que la mirada obtenga los mismos efectos. ¿Cual será el proceso involutivo que sigue?

Observemos el efecto que en nosotros produce una mirada. Al parecer, quien nos mira no nos envía nada material, sea que nos mire con amor, con odio, con interés... y sin embargo, nosotros sentimos terror, cariño, simpatía, bienestar, atracción, sumisión, respeto, indiferencia y otros estados de ánimo, según las miradas que se inician en nosotros por una conmoción involuntaria, que termina con otra conmoción semejante. Decimos que una mirada nos ha impresionado, y esto es una gran verdad. Pero ¿por qué nos ha impresionado, por qué ha tocado nuestra sensibilidad?

Simplemente porque en ella nos ha sido transmitida una fuerza, vigorosamente activa, haciendo que nuestro sensorio vibrara más rápida y más lentamente de lo normal.

Cómo actúan las impresiones externas

Es sabido que el ser humano goza de cinco sentidos, por los que percibe todas las sensaciones externas, y exterioriza los porpios sentimientos.

En efecto: por los ojos ve los objetos, por los oídos oye los sonidos, por la nariz capta los olores, habla y gusta por la boca, y por la manos, los pies, y todo el organismo, palpa los objetos.

Pero es necesario ahondar más en la cuestión y comprender cómo se ve, se oye, se habla, se gusta, se palpa y se olfatea.

Se refieren a los ojos, la boca, la nariz, etc, los fenómenos perceptivos mencionados, no porque tales órganos vean, oigan o hablen, sino porque en ellos radican los nervios encargados de conducir al sensorio común, que es el cerebro, las impresiones respectivas, de tal forma que, si por un medio cualquiera pudiéramos impresionar al encéfalo en la parte correspondiente a las vibraciones visuales, sonoras, odoríferas, etc, sobrarían tales organos.

También hay que tener en cuenta que el objeto como sonido oído y el sabor gustado no afectan a los ojos, a los oidos ni al paladar de una manera particular y privativa de la sensación respectiva, sino del modo general y común a todas las sensaciones, que es la vibración, aunque cada sonido y cada visión tenga en sí un número distinto de vibraciones; dicho de otro modo: todas las impresiones que llegan al encéfalo o sensorio común son como las del tacto, que pueden variar respecto al ritmo o la sensación de la impresión, como al tocar un trozo de hielo o carbón ardiente, pero no respecto a la naturaleza, puesto que todas ellas proceden de nuestro contacto con el objeto tocado.

Por consiguiente, ver, oír, hablar, gustar, oler y palpar son los efectos de sensaciones, efectos de modos vibratorios, como los diferentes tonos de una guitarra según el traste que se pise, aunque el impulso dado a la cuerda sea el mismo para todos los tonos.

Comprendido esto, es ya posible comprender los efectos de la mirada, pues ello queda reducio a una mayor o menor impulsión dada a nuestro sistema nervioso, como una sacudida producida por la fuerza impulsiva de la voluntad propia o extraña, reflejada por medio de los órganos de la vista, como otra sacudida de igual origen es la que refleja nuestra voz, nuestra mano en un golpe y nuestro paladar en un asco.

Está claro que, si esa sacudida nos afecta de manera activa, esa manera nos produce un estado de conciencia en consonancia: si nos afecta de modo pasivo, pasivo también será el estado que nos produzca, y así sucesivamente con todos los demás, de lo que se concluye que el estado psiquico en que nos revelemos estará en consonancia con el medio que nos rodee, provocado por sugestión o causado por la autosugestión.

Pues bien, si la mirada es un modo manifestativo como otro cualquiera y sus efectos pueden ser y son tan radicales como los de la voz, todo cuanto se dijo antes es aplicable a lo de ahora, por lo que la sugestión y la fascinación, en el fondo, son lo mismo.

Aparte de la mirada, también se usa como agente fascinador cualquier objeto brllante. Y esto es así porque la luz es la fuerza vibratoria que se comunica al encéfalo por el nervio óptico, y toda luz puede descomponerse en prismas o haces de mayor o menor vibración, según el objeto que les sirva de interferencia; luego, el resultado será en todos los casos el mismo que el de los efectos de la mirada.

En realidad, también existe la autofascinación, como existe la autosugestión.

Hipnotismo

Si la fascinación es una fase de la sugestión, el hipnotismo es lo trascendental entre ambas.

Al trasponer ya los límites de la credulidad y la sugestión, se entra en un período de somnolencia que en progresión creciente llega al sonambulismo lúcido. Y los fenómenos que presenta el sueño en tal estado son tan variados y ricos que su descripción debe ser aplazada, pues aquí baste decir que el estado hipnótico se confunde con frecuencia con el magnético.

El hipnotismo resultante como trascendente de la sugestion se origina, como ésta, sumergiendo al sujeto en los estudios profundos, mediante un influjo continuo de ideas, como emanadas del hipnotizador y reflejadas por el sujeto, reflejando siempre la voluntad del primero, a no ser que el segundo haya llegado al sonambulismo lúcido, en cuyo caso se habrá independizado de aquél, su tutor, su guía, para actuar por cuenta propia, y en este caso, bastante peligroso ciertamente, el sujeto adquiere unas facultades tan extraordinarias que no se conciben ni se aprecian en general.

Vuelto el sujeto hipnótico al estado de vigilia puede recordar, sugestionando de hecho aunque en apariencia no lo esté.

Finalmente, todo sujeto hipnotizado, como sujeto fascinado, acusa debilidad volitiva y puede parecer un trastorno nervioso de suma gravedad sino es parco, comedido y, sobre todo, escrupuloso con el hipnotizador.

Magnetismo

El magnetismo, aunque semejante al hipnotismo en los fenómenos menos trascendetales e idéntico en los trascendentales, se diferencia de aquél radicallmente, tanto en su forma de actuar como en el origen de los hechos que representa.

Igual que la fascinación se logra por la mirada y el uso de un objeto brillante, el magnetismo se provoca por los gases y el uso de imanes.

Catalepsia

La catalepsia, como la letargía, puede ser parcial o total. En ambos casos, la parte afectada adquiere la rigidez y resistencia del acero; se le puede dar al cuerpo o al órgano la posición más violenta y anormal, sin temor a que el sujeto la cambie, y éste continúa en ella hasta que la voluntad expresa del hipnotizador lo desee.

En este estado se produce la insensibilidad, y otra curiosidad que ofrece este fenómeno es la de poder colocarse el sujeto en estado semicatalepsia, en cuyo caso uno de los labios está insensible, letárgico, y el otro no.

Tanto para la cataleppsia como para la letargia es necesario que el sujeto se halle sumido en los profundos grados de la hipnosis, incluso estando despierto y dándose cuenta de lo que sucede. En cambio, si el fenómeno se origina por el magnetismo, no ocurre lo mismo, ya que en éste todas las manifestaciones deben ir precedidas por un sueño profundo.

Sonambulismo

Con el sonambulismo se inicia la serie de fenómenos hipnóticos, en los que el sujeto no se da cuenta de lo que ejecuta.

En realidad, este estado no es peculiar a ningún fenómeno de los anteriores y lo es a todos ellos, pero lo que sí se puede asegurar es que en determinado grado se presenta la lucidez y el éxtasis religioso, casos ambos que no tienen nada de absolutos, puesto que el primero abarca numerosas fases y el segundo es tan intenso cuando lo desee el hipnotizador.

Desdoblamiento de la personalidad

Sin el desdoblamiento de la personalidad no se explicaría la ingente cantidad de fenómenos que precisamente tienen esta campo de acción más allá de los límites del sujeto.

En estos desdoblamientos, del sujeto surge una forma fluída, vaporosa, que es lo que los ocultistas llaman "el astral" , y que indudablemente constituye al agente de la sensibilidad y de la percepción más allá del sistema nervioso. Los videntes aseguran que ese doble que se exterioriza en forma de torbellinos ocupa, una distancia más o menos alejada del organismo físico, aparentando radiaciones, en tanto que en lo anormal va allí donde desea ir en los grados más profundos de la hipnosis -o sea, en el sonambulismo lúcido- y allí adonde lo dirige el hipnotizador al llegar a ese estado.

En realidad, solo así se explican las simpatías y antipatías invencibles, aparentemente injustificadas, ya que no se basan ni en la belleza ni el la sabiduría, ni en el favor recibido, ni en nada.

Sea o no así, lo cierto es que, sin previo desdoblamiento de la personalidad, no caben muchos fenómenos; entre los cuales pueden consignarse los registrados en la Historia con la ubicuidad de Jesucristo, San Antonio de Padua, Suedenborg, Franz Haller, y asi sucesivamente hasta una larga lista.

Acción del magnetismo a distancia y a plazo fijo

Cuando un hipnotizador o magnetizador ha dominado a un sujeto varias veces, establece con él cierta afinidad y dominio que le permite, estando a distancia, ejercer sobre él el mismo poder que estando presente; entonces le basta el verbo de su voluntad transmitido mentalmente, para que el sujeto sienta su influencia y le obedezca ciegamente. Con lo que al magnetismo se une la telepatía.

Uno de los primeros, dentro de la época moderna, que ejerció este poder fue el profesor Ochorowitz,, y fue como sigue:

Ochorowitz hipnotizaba a cierta señora para curarla de su dolencia, y un día no pudo acudir a la hora de costumbre para darle las oportunas sugestiones.

Yendo a visitar a otro enfermo, por el camino se le ocurrió dejar dormida a la señora en cuestión, ordenándole dormir tres horas, al cabo de las cuales debía despertarse, vestirse e ir a verle a él a su consultorio, llevando consigo la receta hecha el día anterior.

Ochorowitz tomó buena nota de la hora en la que había efectuado la sugestión, que eran las diez de la mañana, continuó su camino y se marchó a su casa a las doce y media. A las dos llegó la enferma con la receta en la mano, y le manifestó que a las diez se había quedado dormida, mientras leía una novela de Julio Verne -autor que, entre paréntesis, no tiene nada de soporífero-, tras lo cual se despertó a la una, y que sin saber por qué sintió ganas de vestirse e ir a visitarle, llevando la receta que le había hecho el día anterior por si deseaba modificarla. Es decir, la sugestión se había cumplido en todas sus partes.

Después, Ochorowitz experimentó la sugestión a distancia muchas veces, siempre con gran éxito, lo mismo que hicieron Richet, Rochas y otros.

Todo lo cual confirma la posibilidad de que el poder de la mente sugestione e hipnotice a distancia.

1 Response
  1. Phoenix Says:

    Que bueno seria llegar a mover objetos a distancia, culminando el poder mental



EL METODO SILVA DE CONTROL MENTAL


Visualizar: El metodo silva para aprovechar la capacidad de la mente