La Divinidad

Viendo a la Divinidad en cada uno de nosotros:
Por J. Carlos Ramchandani


En estos días, en los que desgraciadamente las diferencias culturales y religiosas son llevadas a los más bajos extremos del ser civilizado, la milenaria Cultura Védica de la India nos ofrece el eterno conocimiento de los Vedas. Una aportación para aquellos que realmente buscan la paz mundial a través de la re-espiritualización de la sociedad humana.

Si no trabajamos en armonía con el amor y la energía universal, simplemente nos encontramos con que nuestras rutinarias vidas, están vacías y no tienen sentido alguno.
Tenemos que poner en practica los diferentes métodos y procesos que nos ayuden a despertar la conexión que todos tenemos con Dios, el universo, y nuestros semejantes. De esta forma nuestra vida tendrá un propósito y significado. Nos guiaremos por nuestro propio esfuerzo en mejorar nuestra existencia y estaremos capacitados para ayudar a mejorar a los demás. Realizaremos que Dios es el Ser Supremo y que se encuentra en todos y cada uno de los seres.

La esencia de cómo podemos percibir a la Divinidad, se encuentra en los antiquísimos textos védicos, la siguiente cita es del Svetasvatara Upanishad (6.11), “Él, es Dios que se encuentra en todos los seres, permanente, observando al mundo, siendo el testigo que reside en todos los seres”. Si uno verdaderamente llega a comprender esto y se ilumina de esta forma, podrá ver y sentir que es parte de la Realidad Suprema, y realizar su unión con todos los seres. A través de esta comprensión se podrá alcanzar el Amor Divino. Este amor esta basado en la unidad espiritual y la armonía entre todas las personas. Esto será el origen de la verdadera bienaventuranza espiritual. Este amor no esta basado en las relaciones corporales o la atracción mutua, si no que esta basado en que somos almas espirituales, mas allá de la naturaleza temporal del cuerpo. Este es el amor que todos estamos buscando, del cual nacerá la paz, armonía, y unidad entre todos los seres humanos de este planeta. Pero para llegar a este estado debemos emprender el camino de la espiritualidad. Por consiguiente, una vida sin espiritualidad es una vida incompleta.

Todos tenemos la necesidad de llenar nuestras almas con espiritualidad, la presencia de Dios, para poder sentir completamente la paz y la unidad.
El Supremo dice en el texto sagrado conocido como la Bhagavad-gita (6.30): “Aquel que Me ve en todas partes y que ve todo en Mí, Yo nunca lo pierdo a él, y él nunca Me pierde a Mí.”

Para poder empezar a ver las cosas tal y como realmente son, y reconocer a la Divinidad que mora en cada uno de nosotros, debemos de comenzar por ajustar nuestras conciencias. Esto ocurre cuando somos entrenados en el conocimiento espiritual y practicamos diferentes procesos de yoga para purificar la mente. Cuando la mente se purifica y el ego falso ya no deja de controlar nuestra visión, nos volveremos personas sensatas con todos los seres que nos rodean. En la Bhagavad-gita (13.31-32) se dice:
“Cuando un hombre sensato deja de ver diferentes identidades que se deben a diferentes cuerpos materiales, y ve cómo se manifiestan los seres por todas partes, llega a la concepción Brahman (Divina)”.


“Aquellos que tienen la visión de la eternidad pueden ver que el alma imperecedera es trascendental y eterna, y que se encuentra más allá de las modalidades de la naturaleza.
Pese al contacto con el cuerpo material, el alma ni hace nada, ni se enreda.”

Tal y como el hijo es parte y porción del padre, similarmente, somos partes individuales del Padre Supremo. De echo, toda la creación esta compuesta por las diferentes energías que emanan del Ser Supremo. Estas expansiones que se manifiestan en los millones de especies de vida, se encuentran en diferentes cuerpos materiales, pero todos somos expansiones de la misma energía espiritual, Dios. Esto es que lo que se conoce en la filosofía védica, como individualidad y al mismo tiempo unidad en la diversidad. En la plataforma espiritual, la cual es absoluta, todos somos iguales. Somos entidades espirituales, sirvientes del la Entidad Suprema, y estamos viviendo en la creación material. Esta es la verdadera unidad. La perfecta identificación de que somos personas espiritualmente conscientes.

Todos somos pequeños reflejos de la Conciencia Suprema. Tenemos una causa común, y es que todos tenemos que contribuir a mejorar la situación del planeta, con una causa común y con el conocimiento de que todos formamos parte de la Suprema Divinidad. En este planeta no podemos vivir aislados. Todos tenemos que trabajar juntos en diferentes niveles. La unidad, la tan ansiada paz solo podrá ser alcanzada, cuando nos concentremos en la plataforma espiritual, materialmente podremos ser diferentes:
blancos, negros, cristianos, musulmanes hindúes, pero espiritualmente somos iguales. Por consiguiente mientras tratemos de usar nuestra energía en emociones temporales como la envidia, celos, y la ira, solo conseguiremos estar más lejos de entrar en una conciencia más elevada.

Debemos de ser capaces de reconocer nuestra igualdad en orden de poder abrir nuestros corazones, a aquellos a los que anteriormente rechazamos. No hay otra forma de crecer espiritualmente. Una falta de amor hacia los demás, es el perfecto reflejo de una falta de amor por Dios. Nadie puede matar, ni odiar en nombre de Dios.

Cuando pensamos con una conciencia espiritual, no reconoceremos a los demás por sus diferencias, sino por nuestras similitudes. Esto es sencillo, cuando comencemos a relacionarnos en términos de hijos e hijas del mismo Padre Supremo. Todos pertenecemos al mismo y único Supremo. Solo de esta forma existirá amor y paz universal entre todas las entidades vivientes. Una vez establezcamos nuestra relación con el Supremo, estaremos preparados para establecer una verdadera relación con cualquier persona, independientemente de su raza, sexo, credo etc. Nuestra naturaleza espiritual es eterna, y nuestra relación espiritual con el Supremo también es eterna. Por lo tanto, nuestra relación con todos los seres es también eterna. Esto no esta sujeto al tiempo y las circunstancias. Este punto es la clave esencial para poder establecer la paz universal, la hermandad, igualdad, y unidad de los pueblos del mundo.

En resumen, todos somos seres concientes en cuerpos materiales. La conciencia no puede ser destruida. Esta es la esencia de Dios en cada uno de nosotros. Todos somos entidades espirituales, destellos de lo Divino. No somos nuestras creencias, nuestras culturas, o nuestras mentes y cuerpos. Somos almas divinas en el largo y tedioso viaje hacia la Verdad. Todos hemos sido manifestados por Dios, la Verdad Suprema, y todos queremos volver con Dios. Como se menciona en la Manu-samhita (12.125): “Aquel que ve al Divino en todas las criaturas, podrá entrar en la Conciencia Espiritual, la morada más elevada”. Una vez comencemos a aceptar a todas las entidades vivientes como seres espirituales, la vida será más fácil para todos y el resultado automático será la felicidad de la humanidad.
4 Responses
  1. alma Says:

    Yo soy la Divinidad dentro de un cuerpo, el mismo amor que camina por la Tierra, eséncia de Dios, y desde este punto partiré ofreciéndome como regalo que soy a ese semejante, hermano que enfrente de mi, tambien es parte de mi misma parte.... Amor Dios.

    Besitos de tu misma eséncia.Muak!!!!!


  2. Tu lo has dicho alma. :)

    Me parece injusto que esto no se sepa a nivel mundial todos y cada uno de los nosotr@s, espero que cambie pronto, el mundo lo necesita.

    Otro beso para ti alma.


  3. Todos somos como pequeños dioses atrapados en simples cuerpos físicos. Nuestro potencial es asombroso amigos.

    Ah!, NC, me encanta tu blog.


  4. Anónimo Says:

    En toda esta historia espiritual en la que tanto se habla del amor a los demás, todos somos uno, etc. hay algo que me desconcierta y me lleva a hacerme preguntas. Una de ellas es, todo este mensaje de amor ¿no es una ilusión del hombre?, es decir ¿realmente puede ser posible participar todos de ese amor del que se habla?
    Si todo es amor, ¿por qué hay que comerse los unos a los otros? Entonces no todo es amor, aunque este sea el fin último, o quizá sólo sea el principio, tal como nos lo muestran todos los bebes de todas las especies. Ellos son amorosos y sólo desean amor. Los hay que mueren por falta de amor.
    ¿Y se podrá lograr ese amor angelical del que se habla algún día en este planeta? Si en el planeta se llevan cientos de miles de millones de años comiéndose los unos a los otros en la más esperpéntica crueldad, cuesta imaginar ese mundo amoroso aquí. Mientras nos tengamos que comer, no será posible, y habla una vegetariana que no quiere comer animales por amor y respeto a ellos.
    No sé. Hay veces que todos estos mensajes de amor me revelan, pues me parece que nos engañamos para no querer ver lo que hay. Sí, ya sé que cada cual vive en su realidad, pero...
    Fuera de esto, gracias por lo que nos ofreces.



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